Los ecos del silencio
(Autora: La amortajada)
O
tu cruel e indomable bestia que me fuiste seduciendo y aprovechándote
de mi inocencia, clavaste una daga al lado de mi pecho derecho. Te
fiaste de mi amistad y me envolviste en tú maraña de mentiras, me
hablaste como no se le habla a los amigos para luego disculparte con
un silencio ensordecedor. Fui dando pasos ciegos pensando que lo que
me brindas era terreno firme, para darme cuenta que solo era un lodo
fangoso. Creía, segura, que no leía mal tus formas de
“conquistarme”, solo fue un juego. Cobarde eres, porque cuando me
habías animado con tan bonitas palabras, me decidí a ser fuerte y
confesarte lo que pasaba. Me desplome al ver cómo me apagaste la luz
de tú vela, cobarde eres, tú, quien a mi confesión simplemente te
alejaste diciendo que yo bromeaba, no haciéndote cargo de tus actos.
Como
un pavo real caminabas adulándote por mi dolor, vil culebrilla en
mis zapatos que pude aplastar arrancando de raíz su veneno. Espina
sin rosa, eso eres, un tallo capaz de no dar flor. ¡Justicia pido!
Por esta alma mortal, que incontables noches no halló descanso ni en
el profundo sueño. Sentirme esa impotencia que carcomió mi ser, fue
sentirme viva, en el fondo guardaba un leve deseo de venganza, de que
te pasará lo mismo que a mí, que un día alguien te arrancará las
ilusiones y te envenenará con el más disimulado trato.
Quisiera
verte cara a cara, ver la cobardía de tu rostro al mirarme; el
sentirte incomodo por mi presencia. A veces trato de buscar clemencia
para ti, pero no encuentro la razón.
A pesar de que mis
heridas estuvieron abiertas por mucho tiempo, mi yo del hoy no guarda
rencor, ya no me importa. El tiempo ha sido mi mejor amigo
ayudándome a borrar lo que tú empezaste y dándome la salida. Ojalá
el tiempo también te haya enseñado a ti, ojalá entiendas el
sufrimiento del otro, ojalá, ojalá algún día, ojalá.
Adiós
cobarde, adiós.
Atentamente,
La Amortajada.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!