BiblioExperiencia: Reloj descompuesto




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Autora: Mar Azul Barreto
Estudiante


Radiante despertó el sol la mañana de un jueves que prometía ser como uno cualquiera, luego de superar el apego por las cobijas, salté de un brinco de mi cama al ver en el reloj lo tarde que estaba, sin pensarlo solo lavé mi rostro, me vestí y salí a la calle para tratar de encontrar un transporte que rápidamente me llevara a mi destino; sentí satisfacción al ver que se acercaba un destartalado carro pirata cuyo conductor, haciendo gestos decía en voz como de susurro “al sur, al sur”; ya en el vehículo un compañero de viaje me comentó que este era el popular pirata urbano barbanegra, se trataba de un hombre flaco y descuidado en su aspecto físico; conversábamos sobre las noticias que anunciaban en la radio cuando Barbanegra nos dijo que tenía que tomar una atajo para escapar de los guardas de tránsito que a modo de corsarios persiguen a estos piratas urbanos del timón. Cuando por fin arribé a la Pasoancho solo pensaba en lo tarde que llegaría esta mañana.
Al saludar al vigilante de la portería, me enteré que un nuevo can había sido abandonado a su suerte en este inmenso lugar, pero mi retraso era tal que solo pude mirarlo y continuar con agitado paso el largo e interminable camino que une la Pasoancho con la Administración Central, por un momento pensé que ya era hora de cambiar mis gafas, pues el pasillo era semejante a un túnel y no podía divisar el fondo; un aviso de colores llamativos me distrajo, anunciaba una oferta de empleo, tomé nota y me dispuse a continuar.
Traté de correr pero mis tacones parecían hundirse en el piso y la pesada cartera repleta de toda clase de objetos inimaginados hacían que aún el simple hecho de caminar fuera difícil; no entendía porque sentía que no podía moverme con soltura, tenía una rara sensación, era como si la noche anterior hubiese aumentado varios kilos, miré el reloj, ¡me di cuenta que todavía eran las 8:55!, la misma hora que vi cuando abordé el “pirata”.
Oportunamente pasó a mi lado un hombre altísimo que tenía un extraño reloj en su muñeca, le pregunté por la hora y me respondió: “son las 7:30”. Él continuó conversando con su acompañante, a hurtadillas escuché que le decía “Si desea manera cuentas tu cuento, Sancho, repitiendo dos veces lo que vas diciendo, no acabarás en dos días”2. Me quedé perpleja, era evidente que mi reloj se había descompuesto y que la aventura pirata quizá no hubiese sido necesaria, en ese momento recordé que no había revisado el horóscopo del día.
Nueve de la mañana era la hora de la cita para una conferencia en la Biblioteca, no podía creer que había dejado la cama destendida, no me había duchado, le había sido infiel al MIO, había conocido personalmente al popular pero no estimado Barbanegra y había dejado de ayudar al perrito necesitado por correr como loca a causa de un reloj chino que había comprado tan solo hace tres días.
Después de tan frenético comienzo del día, respiré profunda y calmadamente, me dirigí al puesto de las frutas para romper el ayuno, ya en ese momento los zapatos volvieron a tener su comodidad habitual y la cartera parecía estar vacía, pude escuchar el hermoso canto matutino de los pájaros y encontré la calma perdida, gracias a la intervención del jugo de piña y la confianza por ser dueña del tiempo.
Estando en ese estado de relajación vi la hora en El reloj mecánico ubicado en el kiosko de frutas, ya eran las ocho y cuarenta y cinco y como no quería llegar tarde a la cita me dirigí a la Biblioteca para asistir a la anhelada conferencia del Dr.Clemente Silva, reconocido investigador ampliamente reconocido entre los entomólogos por sus publicaciones en revistas científicas, libros y ponente en importantes congresos sobre las hormigas tambocha.
-Bolsos no se entran- dijo el guarda cuando intenté entrar a la Biblioteca, debe dejarlo en el guardabolsos, indicándome con un dedo índice casi inquisitivo el lugar al que debía dirigirme primero; obedecí aunque molesta a depositar el bolso, pues no entendía porqué no confiaban en mí, cuando lo metí en el cajón, la puerta me hizo recordar la sala de las puertas de Alicia en el país de las maravillas, tuve la sensación que la cartera era tan pequeña y pensé que allí no cabía ningún libro, cerré la puerta y colgué en mi cuello una enorme paleta de color amarillo que tenía grabado el número B612, no entendía porque ese número me era familiar, en fin, de momento no recordaba de que se trataba cuando repentinamente aparecieron unos estudiantes de Artes Escénicas con unos disfraces espectaculares, se destacaban en el estrepitoso carnaval el principito, las mariposas amarillas y el Quijote quienes pasaron corriendo tan cerca de mí que en mi blusa quedaron centelleantes rastros de escarcha y confeti de vistosos colores.
Ingresé a la Biblioteca aún ofuscada a buscar al señor Ángel Zapata, quien me había invitado a la conferencia, pero al preguntar a unos estudiantes por él, me dijeron que no lo conocían y me indicaron que preguntara en el puesto de información; había allí sentada una mujer muy sonriente que me dijo que Ángel Zapata había fallecido hace varios años, pero que la conferencia sobre insectos sociales sería en el Auditorio Ángel Zapata ubicado en un extremo de la Biblioteca; como aún tenía la necesidad de leer el horóscopo le pedí prestado el periódico, en la primera página había un fotomontaje sobre la obra de John Ernst Steinbeck me llamó la atención la novela que “se cuenta entre las mejores novelas de uno de los grandes clásicos estadounidenses del siglo XX, y sin duda uno de los que mejor supo reflejar el mundo de los desheredados que creó la gran depresión de los años treinta en Estados Unidos”1 continué buscando el horóscopo pero no estaba, alguien se había llevado la hoja, la funcionaria me explicó que aún subsisten los mutiladores, extraños personajes que no conocen de la invención de la fotocopiadora de mediados del Siglo XX, la cámara fotográfica de inicios del Siglo XIX y la reciente popularización de los Smartphone con cámara fotográfica digital.
Bromeábamos por mi penosa confusión sobre Ángel Zapata y el daño a las colecciones de la Biblioteca cuando nos llamó la atención un grupo de mujeres que conversaban y en medio de sus murmullos, de repente se escuchó un grito y sucedió un tremendo alboroto, unas corrían y hasta intentaban subirse por los estantes de los libros, otra se quedó perpleja, como en un trance o quizá hipnotizada; otra en un ataque de pánico saltaba como queriendo escalar las paredes de cristal, un par de individuos de aspecto desagradable irrumpieron entre el grupo y generaron pánico, uno de ellos se escabulló entre los anaqueles, el otro permaneció amenazante en medio de las mujeres, iba de un lado a otro, diría que también impresionado por el barullo.
La confusión fue tal que incluso yo misma fui presa del pánico y no fui capaza de levantarme de la silla, de nuevo mis enormes tacones se aferraron al piso y mis piernas temblaban; en medio de la algarabía, un hombre se abalanzó contra el causante del caos y con un contundente golpe terminó con su vida; el alboroto se convirtió en un silencio ensordecedor que dejó atónitas a las mujeres que estaban junto a la víctima; sudoroso y exaltado quedó el victimario, que luego de unos segundos reaccionó y continuó su camino con una naturalidad inexplicable.
Inmediatamente también las mujeres se escabulleron como para evitar continuar presenciando tan penoso hecho, por mi parte continuaba aferrada a la silla y llegué a imaginar que el otro individuo semejante al que yacía en el piso podía querer atentar contra cualquiera de quienes nos encontrábamos allí.
Oportunamente me pude incorporar de la silla, por fin mis piernas me permitieron caminar, aunque tambaleante, tomé mis pertenencias y salí de aquel lugar donde tan penoso hecho había ocurrido e imaginaba que al día siguiente, cuando intentara leer el horóscopo en el Q´hubo, me enteraría de los detalles y razones de tan escabroso acontecimiento.
Tan aterrada y atónita quedé que me olvidé por completo del motivo de mi visita, salí apresurada para tratar de borrar de mi memoria ese momento tan aterrador, no entendía cómo en tan poco tiempo me habían sucedido tan extraños acontecimientos, era como si una mezcla de personajes literarios se hubiesen confabulado en mi contra, en ese momento, pensé que efectivamente, la realidad supera la ficción.
Estaba ya caminando por un sendero de la Universidad cuando escuché una molesta melodía que traía a mi memoria un mal recuerdo, no sabía de dónde provenía, busqué en medio de los árboles y llegué a pensar que tantas emociones me estaban enloqueciendo, en ese momento hubiera preferido que fueran “papas” las que se escuchaban; intenté tapar mis oídos para no oír pero no tenía fuerzas para levantar los brazos, me sentí desvanecer.
Cuando el sonido era tan fuerte y ya no lo podía resistir escuché una voz familiar que me llamaba, sentí que tocaba mi hombro y desperté!, el sonido era del despertador, eran las 6:30 AM, la hora de levantarme para asistir a la conferencia de insectos sociales, me incorporé estrepitosamente y sentada en la cama recordé el sueño que había tenido, una sonrisa reflejaba lo feliz que estaba porque todo había sido un jocoso sueño, o casi todo.
Al llegar a la Biblioteca para la conferencia en el Auditorio Ángel Zapata, me enteré que si hubo una víctima y las mujeres implicadas hacen parte de la historia que sucedió y casi nadie recuerda, olvidado también quedó el nombre del individuo que perdió la vida, pero está enredado entre las líneas de este escrito, se sabe que le gustaba meterse entre los libros para asustar mujeres desprevenidas. Si quieres saber su nombre, enredado entre los párrafos de este relato lo encontrarás, muy fácil es, la primera letra es R y la primera siempre es.
2 El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Parte 1, capítulo 20
1Para conocer sobre la obra de Steinbeck, John Ernst, 1902-1968 consulta el catálogo de la Biblioteca
Varios personajes autores y libros inspiraron este relato, aquí un listado:
Barbanegra, corsarios, El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Sancho Panza, Clemente Silva de la Vorágine de José Eustacio Rivera, Alicia en el país de la las maravillas de Lewis Carroll, El Reloj Mecánico de Pullman, Philip

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